carajo, pocos hay que se azoten tanto como a veces lo hago yo
(Blog de autocrítica muy a la Nietzsche: Me parece curioso que el primer blog que escribí fuera sobre lo problemático que sería hacer blogs. Mi mente siempre me juega esas malas pasadas. Creo que tiendo a hacer un discurso así de todas las cosas. Sí, creo que no fue un blog, fue un meta blog, como luego discuto sobre lo que es el amor, la poesía, y la filosofía sin realmente llevar algo a la práctica o creerme algo, y así con todo. Suficiente. es hora de bloggear en serio.)
Uno de los momentos más brillantes del lobo estepario es cuando harry hallner, un outsider visionario, decide a los cuarenta y siete años que si no sale del atolladero de mierda en el que se encuentra, a más tardar a los cincuenta, pondrá fin a su vida al paso de tres años. El pensamiento de que se permitirá a sí mismo el suicido lo comforta. La novela se limita a narrar varios sucesos iluminadores y edificantes —en el sentido kierkegaardiano del término — durante unos meses de esta depresión y tragedia personal. No sabemos del destino final de harry. ¿Lo habrá hecho? Todo parece indicar que no, pero ese no es el tema que me incumbe ahora.
Es tan sugestivo este pensamiento. En palabras groseras, o como alejandro diría, majaderas, se trata de lo siguiente: ¿Con qué esas tenemos, perra vida ? ¿Pues cómo ves que me la pelas? Y madres. Uno huye cual veloz gacela de las fauces de este mordaz animal llamado existencia, ve la puerta blanca dispuesta tentadoramente a las espaldas de este escenario ridículo, le hace una mueca última a toda la inmundicia que lo desesperó y minó, se voltea, da el salto y se acabó. ¿Destino? Ignoto.
No es que yo tenga pensamientos suicidas, al menos no de modo recurrente, pero el escapismo es algo que me atrae demasiado. Aceptémoslo, el dolor es inaudito y el deseo y las ansias de vivir muchas, y de esa oposición a veces no resulta nada bueno. En fin, como decía, el escapismo que me atrajo hace ya unos años, cuando tuve una decepción amorosa, fue el siguiente. Si no lograba mantener una existencia sana, una comunicación aceptable con las personas que me rodeaban, y no tenía alguien con quien compartir todas las cosas que pasan por mi mente así como mis experiencias, me iría a vivir a amsterdam, quemaría mi cerebro con drogas a la par que administraría unas vitrinas en la red zone con mujeres exhuberentes, mismas que me pagarían con las bondades de su cuerpo. Casi se podría decir que me dejaría vivir por las cirncunstancias hasta el ocaso.....lo más triste de todo fue que la edad límite que me planteé fueron los 34 años.
Pero no, resisto. A pie firme, y casi gustoso, aguanto las pedradas de estiércol que eventualmente caen sobre mi cara en este paradisíaco valle . Schopenhauer dice que el suicida ama la vida, pero únicamente no acepta las condiciones en las que ésta le es dada. Yo no soy suicida, tampoco un vitalista, soy una mezcla de lo mejor y peor de ambos. Pongámoslo en una dialéctica chistosa: Respiro hondo y siento una energía cómoda, llena de sueño, danzando ingenua por todo mi cuerpo. A esto le llamo vida. Por otro lado, están los monstruos de la razón de los que tanto se ocupó Goya, que me hacen contemplar todo el espectáculo de azufre, de sentimientos y anehlos deshebrados en una carretera apocalíptica: la insufrible cotidianidad de los deseos frustrados. ¿Resultado ? Siendo honestos, la respuesta es incierta y subjetiva en cada caso. Solamente puedo decir que YO me aferro a esto. Me rehuso a acabar conmigo no por un fin supremo, sino porque basta, basta de tanta chingadera, el clarosocuro de la vida es fascinante y a pesar de sus defectos no quiero que acabe. En cualquier momento mi alegría se convierte en algo repulsivo y despreciable, y lo que antes parecía provocar dolor se vuelve un objeto de afecto y asombro. Este salto de una categoría a otra es embrutecedor, pero lo tengo y me place. Sí, aún vivo, y espero que una mariposa gigante se postre sobre mi sombrero como le sucede a Pessoa, inundándome de tranquilidad, a pesar de que pueda partir dejandome la frente infestada de larvas microscópicas que séran dolorosas al extraerlas.....bueno, quizás no tanto.
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